El BCRA proyecta sus políticas anunciando un “ancla” en el tipo de cambio, pero el mercado no le cree. La brecha se despierta en un contexto donde se pone a prueba en la justicia la viabilidad de las reformas planteadas por el Gobierno y el bono a importadores no convence. La recaudación de diciembre muestra señales de un fuerte enfriamiento.
El Gobierno busca la iniciativa en el espacio legislativo con un polémico proyecto de ley ómnibus. Con las miradas públicas puestas en el contenido de la norma, la conflictividad social incrementa la incertidumbre en un contexto de fuerte aceleración de precios. En este clima se avanza, con resultados dispares, en la estrategia financiera sobre los pasivos del BCRA.
El gobierno pateó el tablero e impulsó un decreto que modifica sustancialmente el marco normativo que rige, entre otras, diferentes dimensiones de las relaciones económicas de la sociedad. La jugada, de alto riesgo político, corre el riesgo de amplificar la incertidumbre en el marco de una delicada situación económica luego del salto cambiario.
En la semana previa al traspaso de mando los mercados marcan la expectativa de un salto cambiario al inicio de la gestión. Los indicadores de actividad reflejan los efectos de la aceleración de precios y el impacto sobre el poder de compra, con un mercado de trabajo que dejó de generar empleo asalariado formal privado desde el mes de septiembre.
El resultado de las elecciones aumentó las tensiones en los mercados financieros, que inicialmente reaccionaron a la novedad política con alzas. El Gobierno toma medidas para intentar calmar el frente cambiario. La definición del equipo económico es fundamental para acotar la incertidumbre y comenzar a analizar los pasos del próximo gobierno.
La inflación se desacelera fuertemente, ayudada por factores estacionales y el “congelamiento” cambiario y las menores presiones en la brecha. A pesar de este alivio, los precios muestran un ritmo de crecimiento sobre un piso elevado que será la base sobre la que deberá montarse cualquier intento de estabilización en el próximo gobierno.
La estrategia de evitar que el problema de la sequía afecte la actividad tuvo como contrapartida un fuerte estrés en las reservas internacionales. Las medidas tributarias previas a las elecciones y el contexto macroeconómico generaron impactos en la recaudación y expusieron el frente fiscal a los posibles cambios en la regulación cambiaria.
Una dinámica económica con mayores dificultades. El pago al FMI impactó de lleno en las reservas internacionales, donde las compras del BCRA están fuertemente explicadas por pagos de importaciones “pisados” y exportaciones estancadas. La aceleración de la inflación luego de la devaluación empujó a los salarios reales formales a valores mínimos históricos.
El resultado de las elecciones, que disparó un vendaval político en la oposición, descomprimió algunas de las tensiones que venían acumulando los mercados financieros. La percepción de que luego del resultado sería improbable avanzar en una dolarización aún por parte del candidato Javier Milei, unido a la ampliación del programa exportador, ayudaron a bajar la brecha cambiaria.
Calma tensa en los mercados de cambios luego de la disparada de los dólares financieros y a la espera de los resultados de las elecciones generales. La activación del swap despeja algunas dudas pero es insuficiente para llevar calma. El resultado de las elecciones condicionará fuertemente la dinámica de los mercados de cambio.